domingo, 15 de abril de 2012

Rosas negras (poesia propia)

Vagando por la espesa oscuridad de mi mente,

Caminando por los callejones de mi memoria,

Deambulando en mi inconcebible demencia,

Encuentro tu rostro, tu recuerdo, tu amor.



Y entonces me doy cuenta que no es mi mente,

Tampoco son los callejones de mi memoria,

Ni las regiones de mi inconcebible demencia,

Es una lóbrega parte de esta inmunda ciudad.



Tenebrosa y oscura, como a ti te gustaba,

Deambulábamos en la penumbra de la noche,

Como lo que constantemente hemos sido,

Animales nocturnos, criaturas de la noche.



Pero tú, ya no más, la muerte te alejo de mí,

Cruel destino de las criaturas de la noche,

Estar siempre solos, ser individuos aislados,

En una compleja forma de ensimismamiento.



Pero alguna vez compartimos la oscuridad,

Compartimos el dulce lecho y la intimidad,

Dimos parte a la más desmedida lujuria,

Unidos más allá de este cuerpo terrenal.



Pero ahora te veo ahí parada, esperando,

Eres un lúgubre espectro de mi oscuro pasado,

Pero tan tangible, tan corporal, tan material,

Tan carnal, tan palpable… …tan real.



Pero solo tú lograrías ser capaz de tal injuria,

Violar las leyes naturales de tan osada forma,

Romper las puertas del hades y retornar,

Tan soberbia e insolente, siempre triunfante.



Te encuentro tan bella cual ángel celestial,

Pero oscura como las más sombría noche,

Un ángel caído, el demonio más hermoso,

Una Criatura de la noche, igual que yo.



Tomo valor para hablarte, pero tú no me reconoces,

¿Juegas conmigo como persistentemente lo hiciste,

O el oscuro inframundo es tan perturbador

Que la mente humana es incapaz de recordarlo?



Te miro, te observo y te sonrió, pero es una sonrisa seca,

Tú te sonrojas, volteas la mirada y vuelves a verme,

Tal como aquella oscura noche cuando nos conocimos,

Dos caminantes nocturnos, dos seres oscuros.



Estas jugando con mi mente como tantas otras veces,

Así que te seguiré el juego, te seduciré como antes lo hice

Pues en tu mirada me ruegas que te haga el amor,

Se nota como extrañas el estar tan unida a mí.



Te llevo a aquel lecho en el que tantas veces fuiste mía,

Te desnudo poco a poco, acariciando cada parte de tu piel,

Esa piel tan tersa y blanca, tan calida pero escalofriante,

De nuevo uno tu piel a la mía fundiendo nuestro calor.



Bebo de tus labios carmesí el dulce licor de tu aliento,

Esa droga que emana de tu lengua y exista cada parte de mí,

Beso tu cuello y desciendo hacia tus pechos y aun más,

Desciendo hasta los mas íntimos rincones de tu ser.



Ahora mas excitada que al principio, como tantas otras veces,

Te tomo tan delicada, suave y lentamente como la brisa del mar,

Pero subo el ritmo al compás de tu desenfrenado corazón,

Y se estremece tu cuerpo, tan caóticamente como una tormenta.



De tu boca brota música tan hermosa como nunca nadie ha apreciado,

Melodía que ni el más exquisito instrumento podría jamás entonar,

Es una oda al placer, el réquiem de la lujuria, un himno a la pasión.

Ese dulce gemido que anuncia el más oscuro placer del cuerpo.



Se acerca el clímax, la culminación del arte más suculento de la vida,

Se acerca ese momento de completa satisfacción la cumbre del placer,

Una contracción de tu ser y un bello gemido es el anuncio de su llegada,

La pincelada final, la última nota, el cierre perfecto de la obra cumbre.



Entonces me abrazas y duermes, apacible y sosegada,

Te abrazo tan fuerte para que no te apartes nunca más,

Como previendo un nueva muerte, una nueva soledad,

Deseando tenerte siempre así, tu cuerpo junto al mió.



Ahora amanece, es de día, un nuevo despertar,

Te siento a mi lado y te abrazo una vez más,

Volteo a ver tu rostro y no lo reconozco,

Otra vez una desconocida, de nuevo no eres tu.



Tomo de la vitrina una rosa negra y salgo corriendo,

Tomo un taxi que me lleve a tu perpetua morada,

Llego a tu sepulcro y te pido perdón una vez más,

Dejo aquella rosa negra, y te digo adiós de nuevo.



Una rosa negra, una traición, una equivocación,

He tomado a otra, le di tu nombre y tu pasado,

Le di tu rostro y tu cuerpo, me entregue a otra,

Una vez más, a otra en vez de a ti.



Esta ira que siento hacia mi mismo es inmensa,

Una lagrima, tan helada que congela mi corazón

He traído tantas rosas negras, como días han pasado

Cada día tomando a otra, esperando que seas tú...